Desde pequeño, en casa de mis padres, tuve la gran suerte de crecer rodeado de perros. Durante la adolescencia me llamó la atención el pastor alemán. Su inteligencia, expresividad, respeto y lealtad me cautivaron.
Tal era mi pasión por este gran perro, que cuando me independicé y formé mi propia familia, adquirí mi primer ejemplar en junio de 1989. Mi inolvidable e inseparable Betty.
En ese momento comenzó mi vida con el pastor alemán.
Han pasado muchos años desde entonces. Ahora junto con mis hijos sigo pasando grandes y apasionados momentos al lado de esta gran raza. Intentando mejorarla siempre siguiendo los cánones del estándar.